Tragedia
Fue el sueño de la noche anterior: voy caminando luego de salir de un banco. Dos hombres se atraviesan para robarme. Uno de ellos trata de sujetarme, pero no puede y salgo a correr. Ambos ladrones me persiguen. No sé por qué huyo si no llevo nada, ni dinero, ni cheques que me puedan robar. Pero de todas formas lo hago y corro como una cuadra hasta cuando me canso y los dos tipos me alcanzan.
Entonces les veo la cara y ahí viene la parte rara del sueño. Ambos hombres son mis dos hermanos. El uno con un cuchillo y el otro con una pistola. Yo me escondo detrás de una carrotanque, un carrotanque viejo, de color rojo, que estaba ahí. En el recuerdo está que también saco mi pistola y me agacho por el lado de la puerta del conductor. La pistola es del vigilante del edificio donde trabajo y que no entiendo por qué está allí. Uno de mis hermanos, el que también tiene pistola, se agacha para mirar dónde estoy. Yo me doy cuenta, también me agacho y ambos nos miramos por debajo del carrotanque. Mi hermano me apunta con la pistola y va a disparar, pero yo me adelanto y lo hago primero. La bala le entra por el ojo izquierdo y lo deja tirado en el suelo. Naturalmente me estremezco y pienso que estoy metido en un problema porque nadie me va a creer que mis dos hermanos eran ladrones que me iban a robar.
Como pasa en los sueños, hubo una laguna, algo que no recuerdo. Sólo conecto las imágenes metido entre el carrotanque, sentado en el asiento de copiloto y a toda velocidad por una avenida desocupada. Quien maneja el carrotanque es mi papá. Escucho que dice que maté a mis dos hermanos. Yo levanto la pistola y me apunto a la cabeza. Disparo y siento complacencia de morir. Pero la bala entra y no muero y ahí sí me asusto, porque pienso que me van a meter a la cárcel. Y eso no me gusta. Aparte de matar a mis dos hermanos, voy a terminar en la cárcel. Entonces me muevo de un lado para el otro y a la pistola le queda sólo una bala y pienso en volverme a disparar. Pero antes de hacerlo, otro disparo se escucha, el carrotanque pierde el control, se estrella contra una casa y queda volcado sobre un andén. Una llamarada envuelve el vidrio panorámico. De repente escucho una gran explosión y veo las paredes blancas de mi cuarto.
Fue el sueño de la noche anterior: voy caminando luego de salir de un banco. Dos hombres se atraviesan para robarme. Uno de ellos trata de sujetarme, pero no puede y salgo a correr. Ambos ladrones me persiguen. No sé por qué huyo si no llevo nada, ni dinero, ni cheques que me puedan robar. Pero de todas formas lo hago y corro como una cuadra hasta cuando me canso y los dos tipos me alcanzan.
Entonces les veo la cara y ahí viene la parte rara del sueño. Ambos hombres son mis dos hermanos. El uno con un cuchillo y el otro con una pistola. Yo me escondo detrás de una carrotanque, un carrotanque viejo, de color rojo, que estaba ahí. En el recuerdo está que también saco mi pistola y me agacho por el lado de la puerta del conductor. La pistola es del vigilante del edificio donde trabajo y que no entiendo por qué está allí. Uno de mis hermanos, el que también tiene pistola, se agacha para mirar dónde estoy. Yo me doy cuenta, también me agacho y ambos nos miramos por debajo del carrotanque. Mi hermano me apunta con la pistola y va a disparar, pero yo me adelanto y lo hago primero. La bala le entra por el ojo izquierdo y lo deja tirado en el suelo. Naturalmente me estremezco y pienso que estoy metido en un problema porque nadie me va a creer que mis dos hermanos eran ladrones que me iban a robar.
Como pasa en los sueños, hubo una laguna, algo que no recuerdo. Sólo conecto las imágenes metido entre el carrotanque, sentado en el asiento de copiloto y a toda velocidad por una avenida desocupada. Quien maneja el carrotanque es mi papá. Escucho que dice que maté a mis dos hermanos. Yo levanto la pistola y me apunto a la cabeza. Disparo y siento complacencia de morir. Pero la bala entra y no muero y ahí sí me asusto, porque pienso que me van a meter a la cárcel. Y eso no me gusta. Aparte de matar a mis dos hermanos, voy a terminar en la cárcel. Entonces me muevo de un lado para el otro y a la pistola le queda sólo una bala y pienso en volverme a disparar. Pero antes de hacerlo, otro disparo se escucha, el carrotanque pierde el control, se estrella contra una casa y queda volcado sobre un andén. Una llamarada envuelve el vidrio panorámico. De repente escucho una gran explosión y veo las paredes blancas de mi cuarto.