sábado, 7 de junio de 2008
Microcuento
El Plato de Hoy
Una mesera bota su delantal encima de la mesa. A la mesa le da patadas. Me cansé de esto señor, le dice al dueño la mesera. La mujer agarra la mesa la levanta y la tira al suelo. Yo no soy su sirvienta señor, grita. Lo clientes del restaurante quedan en silencio. La mesera se acerca a la barra. Mire señor, su actitud pendenciera daña mi vida. No se escucha ni una mosca. Al lado del dueño, una mujer gorda y bajita lo acompaña. La cara de la mesera se acerca a la del dueño. Con la lengua roza los labios del tipo. El hombre está inmóvil. Si supiera qué clase de hombre es él, vomitaría señora, dice la mesera que se quita la blusa de un solo movimiento. Ella misma con sus manos acaricia sus senos. Son grandes. Ni como jefe ni como amante ni como papá señor. Con sus propias manos aprieta sus pezones. Hasta hoy es usted eso para mi señor. Me voy, es la última vez que me ven. La mujer gorda y bajita que está al lado del dueño mira con asombro la escena. Chao mamá, dice la mesera a la mujer. Los clientes no se mueven. La mesera coge el abrigo y se lo pone. Por último le da una patada a una botella que hay en el piso. Camina hacia la puerta. El dueño recoge los vidrios rotos que dejó su hija. El ruido vuelve al lugar. Nadie se va. Historias como esta suceden a menudo en el restaurante.
martes, 3 de junio de 2008
Microcuento
"Nuestra Tele"
Ella ve la televisión. Yo la miro. No sé si mirarla o mirar la telenovela que ella mira. La luz de la habitación está apagada, sólo está iluminada por la luz del televisor. El volumen es alto, insoportable. Ella está acostada, atenta, sonriente, mirando la telenovela. Yo en cambio quisiera coger esa mierda de televisor y botarlo para la mierda. Pero prefiero mirarla así no me mire, así prefiera mirar el puto televisor, el puto televisor que nos mira cuando yo la miro.
***
No soy capaz de nada. Quisiera besarla, decirle que la quiero, que apague esa mierda, que hagamos el amor, que me ayude a ser feliz. Aunque bueno, no quiero ser feliz –¿qué es ser feliz?-.
***
Opto más bien por mirar el techo, la teja de zinc blanca, la foto de ella en la pared, las luces del barrio que se ven por la ventana. No puedo. Creo que es mejor cerrar los ojos, pero el ruido del aparato ni siquiera me deja. No puedo. Entonces me rindo. Miro el televisor: una mujer que llora, un hombre que le pide perdón y una música incidental que tapa los diálogos de los personajes en la escena. Yo no entiendo, no entiendo lo que dicen, pero ella entiende lo que yo no entiendo y se asombra, y dice, mucho hijuemadre, y se rie y yo la miro y prefiero callar. Entonces suplico: que se vaya la luz, que la ciudad se quede a oscuras, que el mundo no exista y que en el cosmos haya un espacio para los dos, un espacio para los dos sin el hijueputa televisor.
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