Desequilibrio
Las historias se acaban
y ni siquera la imagen de un buen par de tetas en la oficina despierta la imaginación.
Sólo son letras, computadores y noticias bobas.
Escribir, buscar fotos y esperar las visitas.
Si no hay visitas, no hay trabajo y todo se acabará.
Entonces volvería a lo de antes:
invertar problemas,
crear realidades y
padecer osiosas tardes en casa.
Acostado frente al televisor, comenzaría a pensar qué hacer y a llorar y a querer trabajar.
En medio de la desocupación,
leería un libro, o dos por semana.
Volvería a publicar, y
al final del día reiría de satisfacción.
Esperando tu respuesta me acostaría a dormir.
Un sí, el mejor salario
para alguien que pertenece a la población económicamente activa.
Entonces la historias volverían, pero el dinero -poco o mucho- se iría.
No es que la misería de inspiración, o el dinero la quite.
De hecho, no es que haya inspiración.
Lo que pasa es que,
pareciera,
no puede haber empate.