lunes, 1 de septiembre de 2008

Microcuento

Foto: Anónimo Piña (Facebook)

Señor Cara de Rombo

Nadie se da cuenta por supuesto, pero generalmente, yo llevo las medias rotas. Tengo medias de todos los colores y las combino de muchas maneras.
Hay medias de dibujos animados, de futbolista –esas son mis favoritas-, de rayitas, de rombos y de deditos.
El tamaño del roto que tiene la media, varía según lo costosas que sean.
Si son de las caras, el roto es pequeñito.
Sin son de las baratas pues ni se diga: el agujero de la capa de ozono es más pequeño que el de mis medias.
A veces el roto está en el carcañal.
Otras veces, en la punta del dedo gordo.
También, si el roto se agiganta, opto por cortarlas con una tijera para que me queden hasta la mitad.
Mis mejores medias, mínimo mínimo, tienen mayita, o sea, ese roto que no es roto, que es transparente y que hace curso para convertirse en un exquisito agujero.

Con las medias rotas, la pecueca no es problema. La transpiración en los pies tiene solución. Como deben entender, siempre hay ventilación que combata el mal olor.

Desde chiquito he llevado las medias rotas.
Y no porque mi mamá no tuviera plata para comprarme medias buenas, si no porque ha sido siempre mi obsesión.
Los rotos en mis medias son mi mayor expresión


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